MADRID (Por Juan José Domínguez, de LA GACETA).- La crisis financiera puso al desnudo una Europa de dos velocidades, un concepto soslayado durante los años de bonanza, pero siempre presente en las esferas de poder y en el imaginario social. Se trata de un bloque de países que tracciona el continente -Alemania y Francia- y otro que, en este contexto, no logra recuperarse y cuya perspectiva es sombría -España, Portugal, Grecia, Italia e Irlanda-. Y entre estas últimas naciones las malas noticias sobre problemas comunes -elevado déficit público y anémico crecimiento del PBI- trascienden fronteras y perjudican la performance de sus mercados.
El caso de Grecia se caracteriza por severos inconvenientes de solvencia fiscal y de liquidez, y la agencia Standard and Poor's esta semana le dio a su deuda estatus de bonos basura. Al día siguiente, la calificadora difundió también el recorte a la puntuación de la deuda de España, aunque sólo de AA+ a AA, el segundo mejor rango, lo que significa una capacidad alta para hacer frente a sus obligaciones.
Pese a los matices, es indudable que ambas recalificaciones están conectadas, y aquí provocaron un interrogante: ¿de qué manera afecta la crisis Griega a España?
En particular, la rebaja de la nota a España produce un encarecimiento de su financiación en el exterior, lo cual es una muy mala noticia en un país ya sobreendeudado, aunque sólo en el caso de las familias y las empresas. Pero la crisis griega, en términos generales, impacta no sólo en el coste de la deuda española, sino también sobre los mercados españoles de renta fija (bonos de deuda pública), con un crecimiento del riesgo país, y de renta variable (acciones). De hecho, la incertidumbre sobre la deuda española es uno de los motivos por los cuales en los últimos días el principal indicador de la Bolsa, el Ibex-35, sufrió descensos considerables. Y en lo que va de año, retrocedió un 12%.
Este efecto contagio, sin embargo, no atraviesa la economía real, ya que ahí cada nación enfrenta problemas diferentes. España, por caso, sufre una crisis de demanda, un desempleo de un 19% -derivado en buena parte de la explosión de la burbuja inmobiliaria- una sobrecapacidad del sistema financiero -es la nación del mundo con más cantidad de sucursales por habitante- y un complicado acceso al crédito que, a su vez, recibe escasas peticiones debido a la iliquidez doméstica y a la elevada morosidad. Dificultades cuya solución depende más de las acciones de política económica que encare el propio Gobierno español o de un mejoramiento general de la economía europea que de un saneamiento circunscripto a la economía griega.
Pero los problemas griegos, en verdad, sí colisionan en los mercados españoles. Cuestión de expectativas, dicen funcionarios, analistas y economistas entre los cuales, no obstante, hay una coincidencia en que, de no llegar pronto las ayudas económicas de la Unión Europea al gobierno heleno -sobre todo, con el visto bueno de Alemania-, se pueden esperar más perjuicios para España en esos ámbitos.
El caso de Grecia se caracteriza por severos inconvenientes de solvencia fiscal y de liquidez, y la agencia Standard and Poor's esta semana le dio a su deuda estatus de bonos basura. Al día siguiente, la calificadora difundió también el recorte a la puntuación de la deuda de España, aunque sólo de AA+ a AA, el segundo mejor rango, lo que significa una capacidad alta para hacer frente a sus obligaciones.
Pese a los matices, es indudable que ambas recalificaciones están conectadas, y aquí provocaron un interrogante: ¿de qué manera afecta la crisis Griega a España?
En particular, la rebaja de la nota a España produce un encarecimiento de su financiación en el exterior, lo cual es una muy mala noticia en un país ya sobreendeudado, aunque sólo en el caso de las familias y las empresas. Pero la crisis griega, en términos generales, impacta no sólo en el coste de la deuda española, sino también sobre los mercados españoles de renta fija (bonos de deuda pública), con un crecimiento del riesgo país, y de renta variable (acciones). De hecho, la incertidumbre sobre la deuda española es uno de los motivos por los cuales en los últimos días el principal indicador de la Bolsa, el Ibex-35, sufrió descensos considerables. Y en lo que va de año, retrocedió un 12%.
Este efecto contagio, sin embargo, no atraviesa la economía real, ya que ahí cada nación enfrenta problemas diferentes. España, por caso, sufre una crisis de demanda, un desempleo de un 19% -derivado en buena parte de la explosión de la burbuja inmobiliaria- una sobrecapacidad del sistema financiero -es la nación del mundo con más cantidad de sucursales por habitante- y un complicado acceso al crédito que, a su vez, recibe escasas peticiones debido a la iliquidez doméstica y a la elevada morosidad. Dificultades cuya solución depende más de las acciones de política económica que encare el propio Gobierno español o de un mejoramiento general de la economía europea que de un saneamiento circunscripto a la economía griega.
Pero los problemas griegos, en verdad, sí colisionan en los mercados españoles. Cuestión de expectativas, dicen funcionarios, analistas y economistas entre los cuales, no obstante, hay una coincidencia en que, de no llegar pronto las ayudas económicas de la Unión Europea al gobierno heleno -sobre todo, con el visto bueno de Alemania-, se pueden esperar más perjuicios para España en esos ámbitos.